Todos lo conocemos. O mas bien, “lo tengo de vista”, sería la respuesta mas común ante una pregunta que cualquiera que sienta estos colores nos puede hacer para saber, si como él, yo también lo registro.
Y la memoria no es mi fuerte, pero aunque parezca una contradicción, si está Talleres en el medio, mi cabeza hace un pequeño esfuerzo más y aquello pintado de rojo y blanco alfora inmediatamente. Entonces lo veo, con el entusiasmo y ganas de jugar propio de un pibe que no le sobran los dedos de las manos para indicar que edad tiene, en la puerta de la vieja platea de madera controlando el ingreso.
En los tablones de la popular, se escuchan algunas historias referidas a él, poco creíbles, pero para mí, que apenas ando por los diez años, me resultan totalmente ciertas. O al menos, quiero creer en ellas. Se dicen, entre otras menciones, que en los primeros recorridos de Talleres en el Torneo Nacional que lo llevan a Jujuy, Tucumán, o Cipolletti, él siempre está.
Que tres días antes de cada encuentro –porque los partidos se juegan siempre los sábados, o a veces un domingo- él anda con lo puesto, en alguna terminal de la gran ciudad dispuesto a partir a un nuevo destino. Y en esos viajes interminables, piensa que hace poco mas de un año, jugábamos con Claypole, V. San Carlos, Dep. Riestra o Muñiz. Y ahora…ahora hay que trajinar el país, andar, subirse con alegría y esperanza de verte otra vez, a una nueva ciudad.
Tras miles de kilómetros recorridos en un micro de larga distancia, llega a destino. Feliz, pero se siente solo cuando mira alrededor. Porque es el único. Único hincha de Talleres en Río Négro. Único hincha de Talleres en la cancha de Cipolletti. Y por ende, único hincha en la pequeña tribuna visitante que está detrás del arco pero poco importa porque Talleres vence al local 1 a 0 con gol de Aldo Noblea. El viaje de vuelta suele ser mas largo. Pero al menos, es con una sonrisa dibujada hasta llegar a su casa.
Es domingo 18 de diciembre y hace mucho calor ya. La fecha es una mas, pero para mí no, porque cumplo 8 años. Mi viejo trata de alguna manera, en medio del festejo familiar, de escuchar disimuladamente alguna novedad desde la vieja radio que nos hace llegar “La Oral Deportiva”, clavada en el dial de Rivadavia. Estamos jugando en Tucumán, con Atlético, que además de su condición de local, tiene las tribunas llenas de los suyos, y de la efervescencia digna que provoca el calor del verano en el norte argentino. Corren 30’ de la segunda parte y la historia está sentenciada: perdemos 3 a 1. Él, que nuevamente es el único habitante de la tribuna para los que no son de Atlético, analiza brevemente la situación. Por más que haya hecho mas de 1250 kilometros para ver a Talleres, una breve vista al reloj le indica que es hora de partir. Si, que debe volver. Por que si no vuelve, no llegará a tiempo para subirse al micro que lo traerá de vuelta. Con cansada resignación, y con la certeza de la inminente derrota se retira, en medio de la algarabía local.
Cuando llega a Buenos Aires, masculla la bronca por la derrota en las tierras del jardín de la república. Pero el martes se cruza un amigo, conocedor de los viajes de él, que lo felicita por el triunfo. Claro, su amigo no es de Talleres. Entonces piensa que es una de las tantas gastadas más que nos hacen aquellos compañeros de la vida, pero con otros colores en el corazón. Pero cuando llega la Solo fútbol, su asombro no entra en ninguna medida racional: a los 33’ Castro Villasenin dijo, ojo, nos ponemos a tiro del empate. A los 40’, volvió a convertir, y los nerviosos tucumanos no quisieron pensar en lo peor. A los 45’ el negro D’Ángelo, ese enorme central que vistió la camiseta albirroja, los dejó mudos. En una reacción histórica, Talleres ganó 4 a 3. Pero no hubo hinchas que marcan tarjeta en Timote y Castro testigos de la hazaña en suelo tucumano.
Ayer ya no tengo mas 8 años. Pero a metros del club, del 283 se baja él, presuroso. Lo conozco, claro que sí, siempre llega antes que todos. Ajeno al mundo de internet, se acerca al club, para saber si es cierto lo que escuchó en una audición partidaria de Vélez Sarfield. Que nuestra primera, juega mañana un amistoso con los de Liniers. Le dijo que si, pero que por las dudas, vayamos hasta la cancha para confirmarlo, pues está entrenando el plantel superior y la reserva. En el recorrido me cuenta, que su plan es –de jugarse el partido- levantarse a las 4:00. Partir alrededor de las 5:00 y llegar sin falta antes de las 8:00 a la estación de Ituzaingó, donde dice que un colectivo lo dejará en la Villa Olímpica, lugar del cotejo amistoso, porque “parece que no es fácil entrar a ese lugar”.
Yo le esbozo una sonrisa y me despido momentáneamente. Pego la vuelta y en voz baja se me escapa “Las cosas que yo hice por vos, no las hice por nadie mas….”
Gracias Colo. Talleres es Talleres, por tipos como vos. No fui al partido, pero me contaron que fuiste el primero que se agarró del alambrado esta mañana.