Finalmente, y a pesar del esfuerzo, Talleres jugará un año más en Primera “C”.
No pudo vencer a Almagro en los partidos correspondientes a la Promoción, y se quedó con las manos vacías.
Se repitió la historia en lo que respecta a las promociones entre equipos de Primera “B” y los de una categoría inferior. Desde que la A.F.A. instaló ese sistema, todos aquellos equipos que han jugado esa instancia, han logrado mantener la categoría.
Respecto del balance final del once albirrojo, sabemos que el tramo final del torneo fue la mejor cara que mostró el equipo de Rodríguez. Al comienzo, le costó adaptarse a la categoría, hubo muchas modificaciones en el conjunto titular, y los refuerzos que llegaron al principio del campeonato, no alcanzaron un buen nivel futbolístico que les permitiera afianzarse como titulares. También, debemos subrayar, que muchos jugadores, fueron de menor a mayor y terminaron redondeando buenas actuaciones recién sobre las últimas fechas.
Además Talleres sufrió también con la pérdida de la condición de local. Los partidos que el team de Escalada disputaba a puertas cerradas, eran –literalmente- entrenamientos válidos por los puntos. No sentía el apoyo del público local, y en canchas en las que oficiaba de anfitrión, perdió muchos puntos frente a rivales de menor categoría.
Así jugó más de la mitad de torneo, y antes de la finalización de la primera parte, había quedado prácticamente sin chance de pelear por el campeonato. Y esa realidad, contrasta con lo que expresábamos líneas arriba: ningún ganador del torneo reducido de Primera “C”, pudo ascender mediante una promoción. Salir campeón, parece ser la única opción posible en esta categoría. También sabemos que llegar a ese lugar es muy difícil
Tampoco debemos olvidar, que desde que enfrentó a J.J. Urquiza, hasta las instancias finales con Almagro, Talleres jugó 7 finales en 30 dias. El desgaste físico, y la ausencia de algunos de sus baluartes en los últimos encuentros, le restó eficacia y poderío de conjunto.
Dentro de los puntos a favor, podemos mencionar la aparición de algunos juveniles con futuro; Lucas Fernández, Jhonatan Lezcano, Omar Benítez y Marcos Doracio. Raúl Pérez volvió a ser la manija del equipo, y al margen de los problemas físicos sobre el final del torneo – fue muy maltratado por los rivales durante casi todo el certamen-, fue la figura de Talleres y su goleador.
En el debe quedan la actuación de los delanteros, quienes se mostraron pocos productivos frente a las vallas rivales, a excepción de Federico Rodríguez, aunque en algunos casos, diversas lesiones no les permitieron rendir de la mejor forma.
De todas maneras, esperamos que Talleres vuelva a ser protagonista desde el comienzo del torneo, y que el equipo esté a la altura de sus antecedentes históricos, y de su gente, necesitada de alegrías.
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