Este breve artículo lo escribió Ulises Marcelo Méndez para el órgano Oficial de la Agrupación “Arriba Talleres”, correspondiente al número 3,de Octubre de 1953.
Le agradecemos a Marcelo Blanco, la cesión del texto.
¡¡¡ Gracias, Marcelo!!!
Era roja. Como la señal de peligro. Pero esta no era su verdadera misión (…) su misión no era de advertencia; de ornamento, de peligro. Era de señal, si; pero más simbólica, más humana, más familiar, más nuestra. En efecto. Cuando en la punta de aquel largo y vetusto palo resplandecía en su máxima luminosidad, casi de alegría diríamos, el Club Talleres, el Viejo Talleres, había ganado. El pueblo simpatizante de los rojos, buscaba aquella luz como una estrella nueva. Y en la obscuridad de la noche allá al fondo sobre la calle San Martín, comunicativa pregonera, la lucetita amiga del pueblo se encendía radiante, titilando con el guiño sobrador, la victoria albirroja. A veces se la buscaba infructuosamente…su mutismo era tácito; Talleres había perdido (…) “a lo mejor, Talleres ganó y esta debe estar quemada” (…) Pero su destino era ese. Fija en la punta de un palo, siempre categórica. Derrota o triunfo. Apagada o encendida. El pueblo la sabía distinguir. Conocía su misión informativa. Por eso la hizo suya. Y la enredó en el comentario futbolístico, y la llevo al café, ala esquina del barrio, a la mesa familiar. Cuando salíamos del cine, corríamos por Emilio Mitre (la actual calle Beltrán) escudriñando entre el enjambre de casitas pueblerinas, la lucecita roja (…) nuestros ojos buscaban el triunfo de Talleres en la fidelidad informativa de aquella lucecita. Y a veces brillaba más roja que nunca.
miércoles, 28 de noviembre de 2007
Aquella Lucecita Roja
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