jueves, 3 de noviembre de 2011

Un día como ayer, Talleres cerraba sus puertas...



Aquél martes 2 de Noviembre de 1999, se jugó el partido más importante en la historia de la institución madre de Remedios de Escalada. El juez José Durañona había decretado la quiebra del club, de nuestro querido albirrojo, que además se vió obligado a cerrar temporalmente sus puertas…pero no hay imposibles en la vida de Talleres…



Fue ese mismo martes fatídico, que los socios, los hinchas, los simpatizantes, prontamente se autoconvocaron en la sede del club. También fue el puntapié inicial para que el club mantenga abiertas sus puertas hasta el día de hoy.
La paciencia cedió ante la ansiedad: la convocatoria era para las 16 horas, pero antes de las 14 los hinchas más acérrimos comenzaron a acercarse. Por alguna razón, que la propia razón desconoce, el hecho de ver cerrado al club de sus amores, era como que le quitaran una parte de su cuerpo. Hacía años que los colores albirrojos le atravesaban el alma, y constituían un nervio central en su existencia.

Se organizaron marchas, colectas, algunos locos acamparon durante días en la puerta de la sede, y hubo un corte de la avenida Yrigoyen a la altura de la plaza Mariano Moreno.


El derrotero final de esa historia, marcó exactamente 9 años, y 63 días del período más difícil de sobrellevar para todo el pueblo albirrojo, hasta que el 29 de diciembre de 2008, se recibió la ansiada noticia: la quiebra era historia, Talleres volvía a ser de los socios, como nunca debería haber dejado de serlo. Ello fue posible gracias a la acción de un grupo de socios, encabezado por nuestro actual presidente, Sergio Míguez.


Ese gesto conmovedor que se construyó pacientemente día a día, mes a mes y año a año, significó una esperanza, y una certeza inconmovible: aquello era otra de las tantas pruebas que el destino le ponía a Talleres, desde que un 1ro de Junio, un grupo de jóvenes dieron comienzo a la historia más añeja y apasionante que pueda escucharse en cualquier calle de Escalada.


Esa movilización, también nos puso sobre aviso de lo que Talleres como historia e Institución significa para el pueblo que lo tiene como hijo pródigo: estuvieron todos, los de siempre, los de ahora, los jóvenes, los más grandes, los hombres, las mujeres, los hinchas, los vecinos.

Nombrarlos a todos sería imposible, pero cada vez que ellos recuerdan aquél fatídico día, en lugar de entristecerse, aquellos soñadores de alma roja y blanca, inflan el pecho, levantan la mirada, y exclaman a los cuatro vientos.

¡Soy de Talleres!


Es mi deseo que la historia sea justa con la labor realizada por los miembros de la comisión de apoyo, y de todos los que hicieron lo posible para que Talleres vuelva a ser de los socios, y reconozca especialmente al presidente Sergio Míguez.


Ariel Cappelletti

Socio 20.581