sábado, 13 de febrero de 2016

Talleres, objeto de estudio de la universidad



Hace algunos meses la Universidad Nacional de San Martín, publicó un libro denominado “La Cancha Peronista” compilado por el sociólogo Raanan Rein, y en el que podemos encontrar un artículo dedicado a Talleres, escrito por el sociólogo Mariano Gruschetsky. A lo largo de sus 276 páginas, “La Cancha Peronista”, indaga en el rol del estado en el deporte en el período 1946-1955, haciendo especial hincapié en el vínculo entre los gobiernos peronistas y algunos clubes. Conversamos con el autor del artículo sobre Talleres.

¿Como surge la idea de “La Cancha Peronista?
Hace como dos años el Historiador Israelí, Raanan Rein, especialista en temas de peronismo publicó un libro "Los Bohemios de Villa Crespo. Judíos y fútbol en la Argentina" y en esa oportunidad se puso en contacto con una serie de investigadores que conformábamos el Centro de Estudios del Deporte, aquí en la Argentina. Casi todos coincidíamos en la poca existencia de trabajos de investigación que desde las ciencias sociales hayan tomado los clubes como tema. De ahí surgió la idea de tomar un período, y en ese caso, el peronismo era bastante atractivo.

¿De qué trata el libro y que parte ocupa Talleres?
El libro intenta brindar un panorama acerca de la relación que existió entre los clubes de fútbol y el primer peronismo, para conocer seriamente el período y como no podía ser de otra manera derribar ideas y mitos muy instalados en la sociedad argentina. El principal era aquel que planteaba al gobierno de Perón como una fuerza monolítica capaz de controlar todos los aspectos y dimensiones de la sociedad, entre ellos, por supuesto el deporte. El libro, llega casi a la conclusión contraria. 

La gran pregunta que nos hicimos fué ¿Durante el período 1945-1955 los clubes se "peronizaron"? Y la respuesta es que hubo múltiples situaciones y matices. Clubes que se "peronizaron" como River, Boca y Gimnasia; otros que lo hicieron a medias, y algunos que se opusieron fervientemente , como Estudiantes de La Plata,  o el caso de Velez, que se hicieron los distraídos, como si nada hubiese cambiado. Lo interesante y llamativo, es que indistintamente de esa actitud casi todos los clubes obtuvieron apoyo del estado peronista. Uno de los primeros mitos que derriba el libro es aquella famosa idea sobre que Perón le construyó la cancha a Racing, y de ahí su apodo "deportivo Cereijo" en honor al activo ministro de Hacienda de Perón. Claro que Racing recibió ayuda económica, pero al igual que el resto que muchos otros los clubes. Y Cereijo recorrió y fué agasajado en varios de ellos. Por ejemplo fué nombrado socio honorario de Velez, club que no adoptó ninguno de los símbolos peronistas durante todo el período.

¿Y Talleres?
Por un lado tiene el atractivo de la tradición socialista escaladana, a la vez que aporta al libro al ser un caso que se aleja de los clubes de mayor convocatoria. Es decir completa el panorama.

¿Cómo llegaste a involucrarte con Talleres? ¿Por qué te interesó..?
Un día, estando en la biblioteca de la AFA revisando datos sobre cantidad de socios de clubes la década del 30 me topé con una Memoria y Balance de Talleres e inmediatamente me llamo la atención que tenía un número alto de socios en relación con su perfomance futbolística. Aún sin conocer casi nada de la historia del club, intuí que estaba ante un caso interesante. Cuando me contaron que había sido intervenido, el caso cayó de maduro

¿A que conclusiones arribaste tras tu estudio?
La conclusión más fuerte que surge del trabajo nos permite afirmar que el surgimiento del peronismo produjo un impacto considerable en la vida política del club. Básicamente podríamos decir que la emergencia de este movimiento político en la vida nacional puso en tensión ciertas formas de hacer política en la institución, fundamentalmente representaciones muy arraigadas entre socios y dirigentes. Puntualmente se trató de aquella idea que sostiene que la apoliticidad debe regir la existencia de los clubes. José Zenon Baldi, quien fuera presidente del club, como expresión del peronismo en Talleres, rompió por un momento con esta lógica, poniendo las diferencias políticas partidarias en la superficie, dándoles así visibilidad. Con la incorporación de la liturgia del peronismo al club, forzó el posicionamiento de propios y ajenos. Sin embargo y visto en perspectiva, pareciera que ese momento, que duró apenas 2 años, fué solo una excepción. De la mano del también peronista Cousiño el club vuelve a la “normalidad”, a la lógica de siempre.

Tras el capítulo sobre Talleres, ¿hay nuevos proyectos donde el club siga siendo objeto de estudio?
En mi caso personal estoy realizando mi tesis de doctorado en Ciencias Sociales de la UBA, cuyo título es “Clubes de fútbol y espacio urbano en el proceso de expansión del Gran  Buenos Aires” y pretende analizar  la relación existente entre la aparición y desarrollo de clubes de fútbol profesional y el proceso de desarrollo urbano del Gran Buenos Aires en el período 1920-1970. Aquí Talleres será uno de los casos a trabajar.

Entrevista: Ariel Cappelletti

sábado, 30 de enero de 2016

El único


Todos lo conocemos. O mas bien, “lo tengo de vista”, sería la respuesta mas común ante una pregunta que cualquiera que sienta estos colores nos puede hacer para saber, si como él, yo también lo registro. 

Y la memoria no es mi fuerte, pero aunque parezca una contradicción, si está Talleres en el medio, mi cabeza hace un pequeño esfuerzo más y aquello pintado de rojo y blanco alfora inmediatamente. Entonces lo veo, con el entusiasmo y ganas de jugar propio de un pibe que no le sobran los dedos de las manos para indicar que edad tiene, en la puerta de la vieja platea de madera controlando el ingreso.

En los tablones de la popular, se escuchan algunas historias referidas a él, poco creíbles, pero para mí, que apenas ando por los diez años, me resultan totalmente ciertas. O al menos, quiero creer en ellas. Se dicen, entre otras menciones, que en los primeros recorridos de Talleres en el Torneo Nacional que lo llevan a Jujuy, Tucumán, o Cipolletti, él siempre está.

Que tres días antes de cada encuentro –porque los partidos se juegan siempre los sábados, o a veces un domingo- él anda con lo puesto, en alguna terminal de la gran ciudad dispuesto a partir a un nuevo destino. Y en esos viajes interminables, piensa que hace poco mas de un año, jugábamos con Claypole, V. San Carlos, Dep. Riestra o Muñiz. Y ahora…ahora hay que trajinar el país, andar, subirse con alegría y esperanza de verte otra vez, a una nueva ciudad.

Tras miles de kilómetros recorridos en un micro de larga distancia, llega a destino. Feliz, pero se siente solo cuando mira alrededor. Porque es el único. Único hincha de Talleres en Río Négro. Único hincha de Talleres en la cancha de Cipolletti. Y por ende, único hincha en la pequeña tribuna visitante que está detrás del arco pero poco importa porque Talleres vence al local 1 a 0 con gol de Aldo Noblea. El viaje de vuelta suele ser mas largo. Pero al menos, es con una sonrisa dibujada hasta llegar a su casa.

Es domingo 18 de diciembre y hace mucho calor ya. La fecha es una mas, pero para mí no, porque cumplo 8 años. Mi viejo trata de alguna manera, en medio del festejo familiar, de escuchar disimuladamente alguna novedad desde la vieja radio que nos hace llegar “La Oral Deportiva”, clavada en el dial de Rivadavia. Estamos jugando en Tucumán, con Atlético, que además de su condición de local, tiene las tribunas llenas de los suyos, y de la efervescencia digna que provoca el calor del verano en el norte argentino. Corren 30’ de la segunda parte y la historia está sentenciada: perdemos 3 a 1. Él, que nuevamente es el único habitante de la tribuna para los que no son de Atlético, analiza brevemente la situación. Por más que haya hecho mas de 1250 kilometros para ver a Talleres, una breve vista al reloj le indica que es hora de partir. Si, que debe volver. Por que si no vuelve, no llegará a tiempo para subirse al micro que lo traerá de vuelta. Con cansada resignación, y con la certeza de la inminente derrota se retira, en medio de la algarabía local.

Cuando llega a Buenos Aires, masculla la bronca por la derrota en las tierras del jardín de la república. Pero el martes se cruza un amigo, conocedor de los viajes de él, que lo felicita por el triunfo. Claro, su amigo no es de Talleres. Entonces piensa que es una de las tantas gastadas más que nos hacen aquellos compañeros de la vida, pero con otros colores en el corazón. Pero cuando llega la Solo fútbol, su asombro no entra en ninguna medida racional: a los 33’ Castro Villasenin dijo, ojo, nos ponemos a tiro del empate. A los 40’, volvió a convertir, y los nerviosos tucumanos no quisieron pensar en lo peor. A los 45’ el negro D’Ángelo, ese enorme central que vistió la camiseta albirroja, los dejó mudos. En una reacción histórica, Talleres ganó 4 a 3. Pero no hubo hinchas que marcan tarjeta en Timote y Castro testigos de la hazaña en suelo tucumano.

Ayer ya no tengo mas 8 años. Pero a metros del club, del 283 se baja él, presuroso. Lo conozco, claro que sí, siempre llega antes que todos. Ajeno al mundo de internet, se acerca al club, para saber si es cierto lo que escuchó en una audición partidaria de Vélez Sarfield. Que nuestra primera, juega mañana un amistoso con los de Liniers. Le dijo que si, pero que por las dudas, vayamos hasta la cancha para confirmarlo, pues está entrenando el plantel superior y la reserva. En el recorrido me cuenta, que su plan es –de jugarse el partido- levantarse a las 4:00. Partir alrededor de las 5:00 y llegar sin falta antes de las 8:00 a la estación de Ituzaingó, donde dice que un colectivo lo dejará en la Villa Olímpica, lugar del cotejo amistoso, porque “parece que no es fácil entrar a ese lugar”.

Yo le esbozo una sonrisa y me despido momentáneamente. Pego la vuelta y en voz baja se me escapa “Las cosas que yo hice por vos, no las hice por nadie mas….”

Gracias Colo. Talleres es Talleres, por tipos como vos. No fui al partido, pero me contaron que fuiste el primero que se agarró del alambrado esta mañana.