miércoles, 3 de marzo de 2010

Nunca más pude ver a mi Talleres, pero siempre me hace temblar el corazón...


Hola:

Hace 41 años que salí de mi natal Escalada, he vuelto muchas veces como turista.

Al querido Talleres lo sufrí por última vez con enorme equipo. Fué en los '90 en Salta contra Gimnasia y Tiro. Los visité en el Hotel California y les entregué un galardón de unos 15 cm x 15cm de formato redondo, hecho por un magnífico artesano de mi querida Salta y grabado con el epígrafe "Para Talleres de mi alma",se lo entregué al Presidente y al Vice Presidente-quien me entregó una tarjeta donde figuraba como dueño de un supermercado llamado El Ciclón de Banfield-,todo esto frente al equipo.


A su vez me obsequió un banderín-que hice firmar por los jugadores- y una platea del club local-del cual era socio y asesor-.
Esa noche sufrí mucho, en lo alto de la platea central, abajo de las cabinas de transmisión, éramos los citados dos directivos, un ferroviario que vivía cerca de Salta y un alto oficial de la Gendarmería Nacional, nacido en Escalada, que se vino desde muy lejos.

Solos, en medio de la locura y euforia local. Yo le pedía a mi Creador, después de tantas tristezas, este milagro "que ganemos...que ganemos", me salía ese "dalerojoooo,dale rojoooo"de tantas ilusiones de la infancia. Le pedía a mi Bendito Creador..."esta vez, por favor, no me falles Padre".

Gran equipo el rojo, un gran equipo el local. No pude aguantar y entre los otro cuatro, en medio de la tensión del inicio, me paré y empezé a gritar como un poseso, lo que recordaba ,lo de la Oficial ,lo de la chiquita de Timote,"Dale Rojo,Dale Rojo,Dale Campeón,Dale Campeón lo de tantas tribunas de tantas canchas con el "Chu chu la máquina del Sud".
Poseso por la lágrimas, por tanto recuerdo, por tanto dolor, por tanta alegría. El Presidente Jiménez Álvarez de Gimnasia, mi amigo, se asustó, creyó que había enloquecido, se arrimó, me abrazó y me preguntó "si me había dado vuelta?"Rezza mandó a matar a Javier, nadie se achicó, pero el árbitro era una vergüenza.

Jugamos un gran partido, perdimos, pero los muchachos estuvieron grandiosos-era un equipo para 1era.-.Yo le agradecí a mi Señor. Días después en la confitería de Gimnasia le expliqué al Presidente que Talleres era el genoma de fuego que siempre llevaría por donde anduviera en
el mundo.

Nunca más pude ver a mi Talleres, pero siempre me hace temblar el corazón.

Me quedan dos carnets de socio de cuando era un pibe, un recorte del último ascenso al Nacional "B" y el famoso banderín, colgado en una pared cerca de mi dormitorio, junto a ellos la película, en mi cerebro, del partido mas largo de la historia, en rojo y blanco.

Soy muy rico, que mas puedo pedir.

Un gran abrazo.
Carlos Alberto Vainberg.
Ciudad de Nazareth. Estado de Israel.


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