Los aficionados sabían que River tenía que cumplir un serio compromiso. Talleres iba a defender sus prestigios acicateados por el resultado de sus últimos encuentros, que denotaron una saludable reacción en sus filas, después de las pobres performances que produjeron en la primera rueda.
River, a su vez, bajaría a la cancha, con el ánimo de mantener su excelente colocación.
El uno dispuesto a ratificar el concepto que de él tienen los aficionados, y a probar que no son injustificadas sus ambiciones al campeonato: el otro, Talleres, deseoso de demostrar que no de suerte ni de casualidad había vencido en forma por demás concluyente en su última presentación al entonces líder del campeonato.
Con tales motivos había motivos para esperar un buen encuentro. Y así entraron al field, locales y visitantes, dispuestos ambos a luchar con igual empeño en busca del triunfo, que como fiel reflejo de lo que fue el juego, no favoreció a ninguno de los rivales.
El macht estuvo lejos de ser bueno, no hubo jugadas de emoción y salvo algunos bien organizados avances de los delanteros riverplatenses, y las siempre espectaculares atajadas de Bosio, no se registraron jugadas de interés.
Ninguno de los dos equipos se mostró suficientemente armónico. River, sobre todo jugó un macht pobre y sus hombres hasta parecieron carentes de entusiasmo. Solo cuando en el segundo tiempo Lago consiguió el empate, y tras no pocos esfuerzos, pareció que el equipo reaccionaba, pero esa impresión duró sólo en los 5 minutos posteriores al gol. Después el juego volvió a su característica anterior: mientras River pugnaba por forzar las posiciones enemigas, Talleres haciendo derroche de gran entusiasmo, era el rival peligroso del primer período.
Los visitantes si no llegaron a impresionar por su juego, se mostraron siempre empeñosos y es por eso que su empate puede conceptuarse como justo premio a su labor entusiasta.
En River, Poggi debió suplir a Iribarren y si bien no fue obligado a intervenir asiduamente, en las veces que lo hizo se mostró seguro y con buen golpe de vista. De los backs, jugando ambos en forma mediocre, no llegó a destacarse ninguno, mientras que en la línea de halves, sobresalieron Dañil, por su inteligencia y Albarracín, por su empeño. Los forwards en su mayoría hombres de prestigio, estuvieron lejos de jugar como lo hacen habitualmente.
Del equipo visitante, en la línea de forwards, aunque todos igualmente decididos, no hubo figuras de relieve, y en la defensa Rodríguez, Ravizza y Bosio se destacaron del resto de sus compañeros.
Este comentario del partido fue publicado por el diario "El Mundo", el Lunes 11 de Octubre de 1931, mientras que la imagen que acompaña al posteo, corresponde al "pronóstico" que hiciera la revista La Cancha, respecto del probable resultado del encuetro que disputarían River y Talleres.
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